Desde la década de
los 60 del pasado siglo, se introdujo en la comunicación y la formación del
periodismo el mito de la objetividad, proveniente de la escuela norteamericana.
Desde entonces, el periodismo objetivo es promovido y defendido, tanto por
empresarios, como por las y los obreros de la información. Pero, ¿en qué
consiste la objetividad de la información? ¿Existe realmente una información
objetiva? ¿Es lo mismo objetividad e imparcialidad?
La objetividad
periodística consiste en informar los hechos tal y como ocurren, de manera
neutral. Con una perspectiva global. Pero, ¿esto es posible? No.
Todo lo que vemos
e informamos está mezclado con nuestras intenciones, sentimientos, ideologías,
creencias, conocimientos previos, etc. A esto llaman subjetividad. Todo lo que
aprendemos y comunicamos está envuelto y mesclado por nuestra subjetividad.
Además, ningún ser humano, por más profesional que sea, puede ver, entender e
informar la realidad global de un hecho desde todos los enfoques posibles. Por eso, la objetividad (como neutralidad)
es un privilegio de los ángeles, dioses y demonios, pero inalcanzable para los
humanos. En otras palabras, la objetividad en la información no es más que
la subjetividad (su verdad) de quién informa. Y, quienes tienen el poder de
dominación imponen a los pueblos sus mentiras e intereses, como verdades y
noticias objetivas.
¿Por qué será
que los diferentes medios empresariales
de información, que se autodenominan objetivos, no dicen nada o dicen poco
sobre las alternativas y soluciones a nuestras problemáticas sociales.
La materialización
de las falacias del mito del periodismo neutral y objetivo. No es verdad es la
mentira y el egoísmo insaciable de los empresarios o dueños del espacio radioeléctrico,
que desde los medios de comunicación. Ellos a través de sus
monigotes como menciono Álvaro Vargas Llosa, deciden y dicen, no sólo qué es
verdadero y bueno y qué es falso y malo, sino quiénes son los buenos y quiénes
los malos. Lo lamentable es que nuestra ciudadanía ha asumido estas mentiras e
intereses de los abanderados de la comunicación (los palacios, Delta, Lucar
Mariátegui y el inefable Bayly, como
valores éticos medulares en su existencia cotidiana.
En los medios de
comunicación escuchamos a muchos Periodistas que cambiaron los principios del
periodismo para convertirse en ventrículos de los grandes interés. Entonces transitaron de
su postura de periodistas y o
comunicadores que defendían los derechos humanos y ahora se agarran de este
mito periodístico. Diciendo que son neutrales. Claro porque ya vendieron su
pluma al mejor postor.
El periodismo no
nació para vender las mentiras de los patrones como verdades objetivas. Éstos
son propagandistas. El periodismo surgió para liberar la palabra silenciada por
los amos del mundo. En este sentido, ningún periodismo es neutral. El o la
periodista siempre es un apasionado por la vida, por las víctimas y por la
Tierra. En consecuencia, responde por la vida, y en último caso con su vida.
¡No exijamos neutralidad periodística y objetiva, exijamos honestidad
periodística!.