Nada comienza con más emoción y esperanza que el amor, pero también nada termina con más frustración y tristeza. La pareja es un rompecabezas emocional que, aunque sólo tiene dos piezas, resulta difícil de encajar.
¿Quién no ha empapado la almohada con lágrimas por un abandono? Insomnio, inapetencia, hambre, hastío, parálisis, tristeza, pesimismo, aislamiento, falta de autoestima. El sufrimiento amoroso es universal y el proceso se asemeja al duelo por la muerte de un ser querido. "Las rupturas son siempre traumáticas y dolorosas –explican loNs especialistas. Aunque muchas veces la decisión parta de nosotros pues llegamos a entender que resulta inevitable, la separación casi nunca se produce con un corte limpio de bisturí, porque las parejas están pegadas con chicle y cuando consiguen despegarse por un lado, ya están pegadas por el otro.
El duelo sólo se supera "doliéndose" de él o ella. Y es que a veces hay que perder para poder ganar o lo que es lo mismo, sufrir para dejar de sufrir. Miedo infantil. "Ya sea real o imaginaria esa impresión de caer y caer, precipitándose en el abismo, reproduce una vivencia infantil muy primitiva. Perder el regazo de la madre significa verse expuesto a la inmensidad del mundo exterior y produce una sensación muy parecida a la que tenemos que soportar cuando una relación amorosa toca a su fin.
Sin embargo, como todo en la vida el dolor de una separación también acaba, sólo depende del empeño que le ponga cada uno por salir adelante. Muy pocas cosas en la vida son eternas, entre ellas el amor.
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