En una relación hay algo que no se puede restringir y esto es la independencia y la autonomía del otro, así como la comunicación y el fijar ciertos límites; elementos que ayudan a la sana convivencia conyugal.
El respeto, la comunicación y marcar los límites son parte de las reglas de la convivencia de dos. No hay que convertirnos en la sombra del otro, pues lo podemos asfixiar. Muchas parejas desconocen que el amor evoluciona y que la relación atraviesa por distintas “pruebas” o etapas de desarrollo y maduración.
Todo comienzo es color de rosa. Durante el noviazgo “nace un amor que no necesita esfuerzo, es un amor entusiasmado”. Pero si la pareja decide compartir su vida, los primeros años de matrimonio, exigirán la adaptación de ambos, con sus costumbres y hábitos diferentes. Es en esta primera etapa cuando la pareja quiere imponerse al otro, imponer su forma de hacer y de organizar la vida en común. Lo normal es que el otro no esté dispuesto a ser sometido, generando los primeros conflictos de adaptación.
La historia se complica aún más cuando las parejas llegan a la mitad de la vida y aparece la monotonía, dejan de compartir el desayuno, los diálogos se tornan cada vez más escasos y forzados, aumentan las horas frente al televisor, no se organizan salidas conjuntas, los desacuerdos se hacen frecuentes y surgen por cosas irrelevantes (qué comer, el desorden de la vivienda, a dónde ir.
Las parejas deben buscar el equilibrio y respetar las diferencias entre el Yo, el Tú y el Nosotros. El “Yo” y el “Tú” son la parte individual, el espacio y la autonomía de cada quien, con sus gustos, hábitos y ocupaciones. El “Nosotros” es lo que los une como pareja en el sexo, la familia y el hogar.
Cuando una pareja no ve estas diferencias, hay desequilibrio y comienzan los conflictos, desavenencias, discusiones y rencores que se van acumulando hasta que no se puede más y se explota.
La comunicación es clave en una relación de pareja y suele ser una de las primeras cosas que fallan. Dialogar con el compañero o compañera hace la convivencia mucho más fácil.
Si se enfada con su pareja, lo más fácil que le diga abiertamente qué es lo que le molestó a que la salgan raíces al otro (a) esperando a ver si descubre qué ocurre. Probablemente nunca acierte.
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