“El mejor afrodisíaco no son los mariscos sino el amor”, reza una conocida canción de Ricardo Arjona. Nada más cierto.
Sin embargo, desde tiempos remotos el hombre ha buscado y sigue buscando encontrar la pócima mágica que le permita aumentar el deseo sexual y mejorar el goce erótico, en algunos casos a través de productos químicos en otros con alimentos denominados afrodisiacos a los que se les atribuyen estas bondades. Además de bebidas y fragancias; recomendaciones que en su mayoría no tienen sustento científico sólo experimental, y en otros obedecen a tradiciones ancestrales, creencias populares. Muchos aseguran que su consumo les da resultado, pero esto parece estar más ligado a un aspecto mental que físico.
Cuando las parejas hablan de pérdida de la pasión o del deseo sexual, procuran la solución, tomando pastillas milagrosas, bebiendo pócimas, pero el tema, no es tan fácil.
La sexualidad no debe ser un acto mecánico o algo que se enciende con un botón, debe ser un encuentro entre dos personas, que desean estar juntas a través de una expresión de cariño y una comunicación interpersonal, en la que el deseo de estar juntos no debe estar ausente.
Especialistas de APROPO aseguran que el deseo y el amor resultan en la práctica el más eficiente afrodisíaco. “Es difícil irnos a la cama y obtener placer si no tenemos deseo de estar con esa persona. En consecuencia podemos afirmar que no hay mejor afrodisíaco que el deseo y el amor”, señalan.
Los problemas del hogar, de la calle, del trabajo, la crianza de los hijos, el trabajo, la escasez de recursos y la hostilidad del medio ambiente impiden que el amor tenga su tiempo como en el noviazgo, mitigando el deseo. Sin embargo, la pareja debe proponerse estar juntos en la intimidad, regalarse un tiempo para ambos, para escucharse, acariciarse, mirarse, olerse. “Lo recomendable es mantener vivo el deseo y un arma clave debe ser aprovechar la confianza existente entre ambos para explorarse mutuamente”, concluyen.
esta muy buenp
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