El divorcio podría significar para un hijo, en primer lugar, la dificultad de poder tener acceso directo a sus padres. Durante la primera etapa este acceso se reduce aún más debido a los propios problemas emocionales de los padres.
Sus sentimientos son confusos, de tristeza, se sienten enfadados con sus padres e incluso con ellos mismos, pues en muchos casos se culpan de la separación y piensan no haber actuado como deberían. En ocasiones demuestran un comportamiento ejemplar con la esperanza de que los padres se reconcilien, en otros casos se comportan de manera inadecuada para llamar la atención y mantener a los padres juntos, sacrificando su propio bienestar.
Otra característica habitual de los hijos frente a una separación, es su rechazo frente a las nuevas relaciones de pareja que puedan entablar sus padres. Es verdad que el padre o madre soltero(a) tiene el derecho a rehacer su vida, pero deben entender que esto es un proceso, y deben respetar el tiempo necesario para que los hijos se adapten a esa nueva situación. Ello también implica hacerles saber que la nueva pareja no va a reemplazar al padre o madre ausente.
El apoyo emocional y el compartir experiencias en la vida es un aspecto esencial en el desarrollo emocional de un hijo. No es tan importante el que ambos progenitores se encuentren en casa, como si lo es la calidad de la relación que desarrollen; aunque el contacto no sea excesivamente frecuente.
No es extraño el hallar casos en los que los hijos se encuentran mucho mejor emocionalmente una vez que sus padres se han separado. Si su relación con ellos era adecuada, pero tenían que soportar las continuas discusiones entre los padres, el ambiente de la separación va a eliminar esa circunstancia dañina.
Para cualquier consulta llame al Servicio de Orientación en Sexualidad de APROPO: 0800–70626 de lunes a sábado de 8 de la mañana a 8 de la noche, o visite: www.nosedesexo.com
Sus sentimientos son confusos, de tristeza, se sienten enfadados con sus padres e incluso con ellos mismos, pues en muchos casos se culpan de la separación y piensan no haber actuado como deberían. En ocasiones demuestran un comportamiento ejemplar con la esperanza de que los padres se reconcilien, en otros casos se comportan de manera inadecuada para llamar la atención y mantener a los padres juntos, sacrificando su propio bienestar.
Otra característica habitual de los hijos frente a una separación, es su rechazo frente a las nuevas relaciones de pareja que puedan entablar sus padres. Es verdad que el padre o madre soltero(a) tiene el derecho a rehacer su vida, pero deben entender que esto es un proceso, y deben respetar el tiempo necesario para que los hijos se adapten a esa nueva situación. Ello también implica hacerles saber que la nueva pareja no va a reemplazar al padre o madre ausente.
El apoyo emocional y el compartir experiencias en la vida es un aspecto esencial en el desarrollo emocional de un hijo. No es tan importante el que ambos progenitores se encuentren en casa, como si lo es la calidad de la relación que desarrollen; aunque el contacto no sea excesivamente frecuente.
No es extraño el hallar casos en los que los hijos se encuentran mucho mejor emocionalmente una vez que sus padres se han separado. Si su relación con ellos era adecuada, pero tenían que soportar las continuas discusiones entre los padres, el ambiente de la separación va a eliminar esa circunstancia dañina.
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